En la medicina tradicional china, cada órgano se relaciona con una o más emociones. Así, por ejemplo, el pulmón estaría relacionado con la tristeza y el riñón con el miedo. En el caso del hígado, las emociones que más lo enferman son la ira, el rencor, la frustración, el enfado, la amargura, así como los disgustos y el estrés diario. Son emociones que es importante aprender a canalizar.
Todas ellas resultan perjudiciales y provocan un bloqueo en el hígado, lo cual genera irritabilidad y molestias físicas como tensiones musculares en cuello y hombros, dolor de cabeza, problemas digestivos, pérdida de vista entre otros.
El estado emocional y la claridad mental de una persona dependen de la libre circulación de la energía y la sangre. El hígado controla ambos factores, y por tanto la estabilización del estado emocional. Un hígado sano proporciona juicio claro y decisiones firmes; la acción que genera es rápida y consecuente. La emoción positiva de un hígado sano es el idealismo.
El bloqueo de la energía del hígado, crea un estado depresivo. La tendencia psíquica negativa es la cólera, que se produce como reacción a la depresión y es acompañada por crisis de irritabilidad, mal humor y violencia. Las crisis de cólera son normalmente reprimidas hasta el momento en el cual se liberan, desembocando en verdaderas erupciones volcánicas. Esta emoción se considera la más dañina, pues condiciona todas las funciones del sistema energético. Cefaleas y migrañas, consideradas enfermedades generadas por el hígado, aparecen cuando este órgano se siente afectado y no llega a desempeñar su función de empujar y distribuir la energía hacia la cabeza y las extremidades: entonces la cabeza se congestiona y se calienta, al mismo tiempo que las manos y los pies se enfrían.
Si este es tu caso, ¿Qué puedes hacer? El tratamiento de todos estos desequilibrios se puede dividir en varios puntos: Dieta para tu hígado: cereales integrales (cebada…), vegetales de hoja verde, el chucrut, remolacha …
Ayudar a la detoxificación del hígado para que pueda eliminar las toxinas.
El ejercicio físico puede descargar la tensión física y eso ayudará a desbloquear al hígado.
Trabajar las emociones no expresadas. Es importante ser consciente de ellas y hablar de lo que sientes y de lo que te hace daño, para aprender a gestionarlas.
Si no ayudas a tu hígado corres el riesgo que tu sistema inmune llegue a confundirse y empiece a atacar a tus propios antígenos, que los identifique como enemigos, dando origen a las enfermedades autoinmunes como la Hepatitis Autoinmune.
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